El estreno mundial de Sombras tuvo por escenario el Festival de Cannes, y más concretamente la programación del ACID (Association du Cinéma Indépendant pour sa Diffusion). Los cineastas miembros del ACID eligen 9 películas (una por cada día del festival) que presentan en Cannes y que después apoyan con textos, folletos y su red de colaboradores durante todo un año, hasta que llegan el siguiente festival y la siguiente hornada. Una verdadera maravilla, esta asociación, a la que luego no tardé en afiliarme. Por la generosidad de su filosofía, creo que debe ser única en el mundo. ¿Y qué mejor para esta película, que trata del dolor y es fruto de la tenacidad, que ser seleccionada por un grupo de cineastas para representar otro tipo de cine nada menos que en el Festival de Cannes? (Ver el texto de apoyo del ACID - en francés)
Llegamos a Cannes (me acompañaban el productor y, por suerte, Virginie, Berta e Isidre) con la película apenas salida del horno y una banda sonora muy provisional. Lo menos que se puede decir es que ese “detalle” se oía claramente.
A la primera proyección, la matutina, asistió sobre todo un público de cinéfilos fieles cada año a la programación del ACID. Yo, la verdad, estaba hecho un flan… Ni siquiera me sentí capaz de asistir a la proyección y estuve esperando fuera, retorciéndome las manos y mordiéndome las uñas. Al fin y al cabo, ¡aquello era el Festival de Cannes! Y la presencia de una periodista de France O que me estuvo siguiendo con su camarógrafo e interrogando toda la mañana no me ayudó precisamente a relajarme. Incluso cuando estaba bajando las escaleras para entrar en la sala seguía haciéndome preguntas. Aunque al final, la verdad, el reportaje le quedó muy bien. (Ver el reportaje - en francés)
La sala estaba llena, y el público acogió muy bien la película, que aplaudió y entendió perfectamente. Siguió un debate rico y profundo, muy muy satisfactorio. Aquello, por supuesto, me tranquilizó de cara a la proyección vespertina, a la que asistían sobre todo los « villanos », es decir, los profesionales (programadores, directores de festivales, distribuidores, etc.). Esa proyección también fue un éxito: a la salida la película estaba seleccionada para los festivales de Lussas y Pusan (Corea), aunque éste último la desprogramó en el último momento, y la Mostra de Venecia también se mostró interesada (al final, agua de borrajas). ¡Un sueño, vaya! La pena es que no pude compartir esos momentos con todos los hombres que fabricaron la película conmigo y que, estando sin papeles, ni se plantearon asistir.
Más adelante, en septiembre, el ACID presentó en París las 9 películas de la selección de de Cannes, en el curso de un fin de semana de proyecciones en el magnífico Cinéma des Cinéastes. Ahí sí, para mi gran alegría, el público que llenaba la sala tuvo ocasión de saludar y aplaudir no sólo al equipo de la película en pleno, sino también a Sadou Cissé y Fousseyni Daniokho, que habían podido acudir a París.
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